Ha sucedido lo que esperábamos muchos de los peruanos, el señor Mario Vargas Llosa ha rechazado el debate con Hernando de Soto.

En mi anterior artículo “La hora de la verdad para Mario Vargas Llosa” especulé con dos posibilidades para que se negara a debatir, en la primera  indicaba que posiblemente se daría cuenta de que haría el ridículo delante de todo el Perú y la prensa extranjera y la segunda de que su nuevo jefe, Ollanta Humala, no le permitiera debatir.

Lo que  no esperaba era la forma en la que evadiría el debate, con una excusa de colegial de primaria, insultando a su contendiente de una forma burda tildándolo de Fujimontesinista, es decir de haber sido un colaborador de Montesinos en el gobierno de Alberto Fujimori.

Podríamos seguir perdiendo nuestro tiempo, con en este señor, exigiéndole que demuestre esas aseveraciones muy graves que todos sabemos son falsas y que le han salido del hígado y no de la cabeza.

Como dijo ayer el presidente Alan Garcia en referencia al apoyo de Mario Vargasl Llosa al candidato Humala “Los padrinazgos no son buenos en política”. Sabia frase y muy acertada en el contexto que nos ocupa.

Es notorio que el apoyo que le esta brindado Mario Vargas Llosa a Ollanta Humala le esta resultando electoralmente muy perjudicial al candidato de Gana Perú. Además es conocido que las intervenciones de su hijo  Alvaro Llosa sacan de quicio a mas de uno de sus propios partidarios.

Ahora solo nos queda observar con deleite desde fuera, sin necesidad de intervenir, como el gran aliado de Ollanta Humala va socavando su candidatura. Me imagino que el disgusto del propio Ollanta Humala y de las filas de su partido Gana Perú debe ser monumental.

Los insultos de Mario Vargas Llosa al primado de la iglesia católica, el cardenal Cipriani, deben de haber colmado el vaso.

No cabe en la inteligencia de ningún político el insultar al máximo representante de la iglesia católica en un país que tiene el 85 % de católicos, en el que muchos de ellos son practicantes y asisten a misa todos los Domingos. Lógicamente a expuesto innecesariamente a su candidato. En las misas del último domingo los sacerdotes tenían que defender a su cardenal, el resultado ha sido escuchar múltiples sermones censurando los ataques de Mario Vargas Llosa. 

Ahora el problema que era nuestro ha pasado a ser un problema de Ollanta Humala. Conociendo lo pegajosos que son los Llosa le resultará muy difícil sino imposible deshacerse de ellos.

Como dice el dicho popular, “teniendo esa clase de amigos no se necesitan enemigos”.

Jorge Avellaneda Indacochea