El ex presidente Toledo no termina de digerir su derrota en las elecciones presidenciales. Se creyó ganador antes de tiempo, despreció el apoyo de PPK, fue arrogante, dijo cosas poco útiles en una campaña, habló de legalizar las drogas y por último se negó a realizarse un examen toxicológico transparente y creíble.

El es el único responsable de su derrota, no necesitó de la injerencia  de nadie para perder en pocas semanas la clara ventaja que tenía. Terminó finalmente en  un humillante cuarto lugar. Insistir lastimosamente en que Alan García construyó “dos muñecos” (PPK y Castañeda) para quitarle sus votos, es solo un vano intento de buscar consuelo echándole la culpa de su derrota a otros.

Ahora Toledo cree ser el guardián de la democracia y amenaza con que si es necesario se pondrá la vincha y saldrá a las calles a protestar. Es patético escucharle quejarse mostrando lo peor de su ego golpeado cuándo dice: “Me dicen, cholo, por favor, no te vayas, cuídanos... dije entonces carajo, ¿por qué no votaste por mí?”.

Alejandro Toledo ya no esta para cuidar de nadie, son muy pocos los que todavía creen en él, todo su crédito político ha desaparecido por su contradicción al amenazar primero con un salto al vacío para convertirse luego en su principal valedor.